miércoles, 25 de marzo de 2009

Resultados de la implicación de los padres en la vida escolar de sus hijos



Según un reciente estudio, aún en prensa (i.e., Tan & Goldberg, Journal of Applied Developmental Psychology), realizado por investigadores del Departamento de Psicología y Comportamiento Social de la Universidad de California, la implicación de los padres en la vida escolar de sus hijos parece asociarse positiva y significativamente con un mayor grado de disfrute de la escuela por parte de estos últimos, pero, sin embargo, no se asocia con su rendimiento académico, ni con la ansiedad que sienten en la escuela. Es decir, parece que la implicación de los padres en actividades de sus hijos relacionadas con la escuela (e.g., participación en las asociaciones de madres/padres de alumnos, mantener contacto con el profesor, colaborar en el aula, ayudar a sus hijos en la realización de "los deberes", apuntar y llevar a los hijos a actividades extraescolares, o pasar tiempo con sus hijos leyendo juntos, hablando de sus problemas, o contándoles historias, etc.) no ayuda a que aumente la nota media de los chavales, ni a que se reduzca la ansiedad que sienten en la escuela, aunque sí parece servir para que disfruten más en el cole. Algo es algo (téngase en cuenta que hay voces críticas con el presupuesto de que los padres realmente puedan infundir cambios en sus hijos; véase "El mito de la educación" de Judith Harris). También, en cuanto a los resultados escolares evaluados, en este estudio se observó que la ansiedad correlacionó negativamente con el disfrute en la escuela (-.41) y también negativamente con la nota media (-.24).

Estos resultados contradicen lo que se presupone desde la investigación sobre las relaciones familia-escuela, según la cual una de las claves del éxito escolar de los alumnos es la implicación de sus padres en su educación, y, en especial, en su comunicación con el centro escolar y en su apoyo al estudio de sus hijos. Sin embargo, a su vez, este estudio es coherente con lo que desde la investigación sobre ansiedad se sabe, y es que ésta puede afectar negativamente al rendimiento académico si es demasiado alta.

Con todo, estos resultados sugieren que la influencia de los padres en el rendimiento de sus hijos es nula, en general, e incluso en el caso de la implicación directa de los "papás" (esto es: participación en la escuela, en asociaciones de padres, ...) parece contraproducente (correlación negativa de -.22). Vamos, que en ocasiones la implicación de los padres puede ser "intrusiva" y con ello perjudicar la marcha escolar de sus hijos. De hecho, la implicación de los papás parece realmente perjudicial cuando se trata de hijos que van bien en la escuela (que no necesitan ayuda escolar), y sólo parece ser beneficiosa en el caso de niños/as que sí presentan necesidades de ayuda.

¿Qué hacen los padres y las madres cuando tratan de ayudar a sus hijos en sus tareas escolares?¿Realmente les ayudan o les generan más ansiedad?¿Cómo pueden ayudar a sus hijos a controlar su ansiedad para que ésta no les perjudique en sus estudios ni en su vida, en general?
Pero, sobre todo, este estudio deja abierta una cuestión trascendente, ¿hasta qué punto pueden los padres favorecer la adaptación a la escuela y el rendimiento académico de sus hijos? Y si pueden hacerlo, ¿cómo?

miércoles, 18 de marzo de 2009

Inteligencia emocional para afrontar la crisis


Recientemente, Ginny Deerin (de Wings for Kids) y Roger P. Weissberg (del CASEL) han enfatizado que la mayoría de recomendaciones que se vienen dando para afrontar la crisis no son de carácter económico, sino psicológico. Afrontar de manera emocionalmente inteligente la crisis requiere hacerlo con optimismo, motivación y manejo del estrés para mantener la calma y no sucumbir. En definitiva, estos autores señalan que las competencias socioemocionales ayudan a afrontar la crisis. Precisamente en circunstancias difíciles es cuando más importantes se tornan nuestras herramientas psicológicas para adaptarnos a la vida. Ya sabemos que "la necesidad agudiza el ingenio". Las circunstancias difíciles son un estímulo y un desafío para la inteligencia, tanto inteligencia general como inteligencia emocional. Este hecho no representa más que otra evidencia palpable de la conveniencia de la educación socioemocional, dirigida a promover el desarrollo de competencias socioemocionales y de la inteligencia emocional desde la infancia y a lo largo de toda la vida, pues de ello se podría derivar una mayor capacidad de las personas para afrontar las dificultades y reveses de la vida.